El ocaso de Dionyso

“«¿Por qué sale huyendo la mayoría cuando algo huele a discurso filosófico? En primer lugar, porque es común que tras toda filosofía dogmática se oculte un instinto colonizador. Cualquiera que se enfrente a según qué dogmáticos, se verá impelido por los cuatro costados a someterse a una fuerza extraña que, ante todo, no parece tener relación alguna con la vida. Dicho en palabras de Patocka: «Queremos alejarnos de la insulsez afilosófica de esa producción que, en la actualidad, osa presentarse bajo el nombre de filosofía».¿Cómo pedirle a un occidental que no dude sobre la verdad —y sepa cómo vivir—, cuando no hace más que verla paseando su bolso por las esquinas? Así ha terminado esta pobre mujer, que otrora sólo buscaba un puñado de hombres que se quisieran comprometer con ella. Pero, ¿cómo? ¡Acaso no sea la verdad el problema en sí, sino sus proxenetas! Peor especie de proxeneta: el que violenta física y psicológicamente con su verdad, guiado por el único fin de imponer su interés. Mutación degenerativa de esta especie: el que niega toda verdad que cuestione su lívido patrimonial y su egolatría Cada momento histórico tiene una nota común: es único. A sus contemporáneos se les revela como el más fino alambre por el que la humanidad ha caminado. Esta,nuestra historia de hoy, no es diferente, pero tras esa gran caída que ha sido el siglo XX, nosotros atisbamos un ocaso del crepúsculo. No es momento, y en nada ayuda que Occidente se enganche de forma neurótica a su decadencia. Antes bien, se trata de aceptar y superar, de hacer de la decadencia virtud, ¿cómo? Preparando suelo fértil para los que están por venir.