La extraordinaria aventura de ser uno mismo

Para encarar la vida necesitamos hacernos una idea de lo que somos y de qué es el mundo, pues de ello depende nuestra jerarquía de valores, nuestro modo de actuar y, en definitiva, nuestra forma de ser. La extraordinaria aventura de ser uno mismo trata de afrontar esta cuestión crucial e ineludible, liberándose de todo cuanto no haya sido sometido al tribunal de la racionalidad crítica propia, sin buscar atajos ni fórmulas tramposas que simulen sacarnos milagrosamente del atolladero, sino tratando de identificar los problemas que el hecho de vivir nos plantea y buscar el modo adecuado de afrontarlos. Para hacerlo se parte del supuesto de que las ideas derivadas de esas diferentes formas de entender la realidad se erigen en factor decisivo, no sólo para configurar la actitud que adoptemos individual y colectivamente ante la vida, sino también para el devenir histórico mismo. Si, como en el momento actual, lo que predomina es la falta de reflexión y la desgana para analizar racionalmente esa realidad, se permitirá el predominio de lo irracional y, como ha ocurrido durante la mayor parte de la historia humana, se propiciará la persistencia de mitos que condicionen, no sólo el modo de ser y vivir de los individuos dentro de los grandes grupos sociales, sino las relaciones de dichos grupos entre sí. No debe, pues, extrañar que esa situación siga dando lugar a los graves conflictos que han afligido siempre a la humanidad y a los crímenes más execrables. Comprobamos cada día como ese influjo de lo irracional incide directamente en la convivencia, generando las más abyectas manifestaciones de barbarie y terror. La lectura de esta obra no exige conocimientos especializados. Únicamente se pide predisposición a poner en valor la autonomía personal que el uso de la razón propicia. Porque es evidente que en el impulso originario está presente el deseo de contribuir a devolver la práctica de la filosofía a su terreno originario: la reflexión sobre el sentido y el rumbo de la propia vida mediante la utilización de la razón como facultad específicamente adecuada para ello, ya que la tarea primordial de esta disciplina no debe ser la especulación teórica desgajada de nuestros problemas y angustias, sino el análisis de la realidad humana en su más genuino sentido. Se trata, en definitiva, de invitar a adoptar una perspectiva crítica y a entender que la reflexión filosófica, no solo no resulta lejana, sino que es lo que más cerca está de los problemas que realmente nos importan en la vida, en la práctica diaria de la vida, pues tiene como objetivo específico al sujeto humano en su más íntima y acuciante realidad. Al hacerlo, pronto se constatará que nuestra humana condición esconde una singular y frustrante paradoja: siendo conscientes de la necesidad de encontrar una explicación al por qué de la existencia para orientar nuestro modo de vivir, no logramos descubrir las (extrañas) causas que la han generado, ni el sentido que tal hecho pueda tener. Aunque, tal vez sea precisamente esa situación la que sirva de punto de apoyo para encontrar el rumbo vital adecuado