Comprendí tarde que cuando el fuego se consume y sólo da paso a sus cenizas, morimos en vida. Yo me revolcaba entre mis cenizas y cada latido me arrastraba más a mis sombras, pero ahí estaba perdiéndome con mis propios pasos. Con los labios cosidos y sin poder pedir ayuda, veía como mi cuerpo se desmoronaba y yo abría heridas ya sanadas. Con todo el dolor en pecho y un llanto desenfrenado me eché de menos 248 días. Empecé a llorarle al papel y él me escuchó. La soledad me agarraba de los hombros y la tinta afloraba de mis heridas. Los versos que hoy tienen nombre, ayer me encogieron el corazón dejándome sin respiración. Renací entre mis sombras, me volví a ver en mi reflejo, entendí que aún perdura la llama de quién era. He resurgido de mis cenizas para ser el fuego que nunca se perderá.

La llama que fue ceniza
ISBN: 9788416864362
$35.904
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